¿Por qué nos lesionamos tanto?
El gran problema de las lesiones con el ejemplo australiano. ¿Hay solución?
La preparación física siempre ha jugado un papel clave en el desarrollo de los militares.
Paradójicamente, mientras que la preparación física es fundamental para afrontar las misiones del combate, mal planteada se convierte en un potenciador de lesiones.
Por desgracia es lo que lleva tiempo pasando y no somos capaces de solucionar.
Las lesiones musculoesqueléticas se han convertido en uno de los mayores desafíos en todos los ejércitos de mundo.
El impacto de las lesiones no queda simplemente en la pérdida de días de entrenamiento y trabajo (que ya es bastante), sino también en un mayor gasto de recursos financieros, logísticos y humanos (gasto de la asistencia médica, personal implicado, posibles comisiones, mayor carga de trabajo…)
Sabemos que el papel del combatiente es físicamente demandante, desde las marchas con equipo y armamento hasta los asaltos a posiciones enemigas.
También que existen estresores adicionales, a menudo simultáneos, como el terreno y climatología adversa, la privación de sueño o el ambientes hostil.
Sin embargo, no hemos llegado a comprender que todo ello aumenta el riesgo de lesión y no lo tenemos en cuenta a la hora de planificar el entrenamiento.
El Ejército australiano acaba de publicar un estudio para el cual hicieron rellenar un cuestionario a más de 300 militares de dos batallones de una misma brigada sobre las lesiones sufridas en los últimos 12 meses.
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166 militares del estudio, que corresponde al 55%, indicaron que habían sufrido al menos una lesión con una proporción similar entre militares de infantería y de otras armas.
Aproximadamente, la mitad de las lesiones involucraron las extremidades inferiores (51,8%), siendo la rodilla la parte del cuerpo más afectada (20,7%), seguida de la parte baja de la espalda (17,7%).
Tres cuartas partes de las lesiones ocurrieron durante actividades de instrucción y adiestramiento (I/A) (39,3%), o durante el entrenamiento físico (36,2%). Correr (sorpresa) fue la actividad en la cual ocurrieron más lesiones (21,7%).
Datos escalofriantes.
De aquí se pueden extraer dos lecciones que ocurren en la mayoría de ejércitos, incluido el nuestro:
Fracasamos en conseguir en nuestros militares una forma física adecuada para las funciones en el combate. De ahí tantas lesiones en la I/A.
No contentos con lo anterior, los lesionamos mientras entrenan.
Ante estos resultados, mejor no entrenar. Al menos evitaríamos las lesiones en el entrenamiento.
Lo que me recuerda a cuando se prohibieron los deportes colectivos, especialmente el fútbol, porque eran muy lesivos.
El problema fue que lo sustituimos por algo peor: correr.
Conclusiones:
La naturaleza y la carga del entrenamiento factores de riesgo para las lesiones.
Es decir, el qué y el cuánto entrenar son cuestiones que se deben plantear y desarrollar.
En su día se vio que jugar al fútbol producía muchas lesiones y se quitó. Igual hay que volver a plantearse que está ocurriendo actualmente y “elegir” mejor.
¿Hay solución?
Sí.
Aplicar los principios del entrenamiento basados en la evidencia científica y dejar “lo fácil” “lo que se ha hecho siempre”, “lo que conozco” y “lo que me gusta”.
¡IMPORTANTE!
El próximo jueves 3 de octubre, a partir de las 1230, mis compañeros de la Escuela Central de Educación Física junto a otros profesionales expondrán un caso práctico titulado la maniobra ofensiva del subgrupo táctico ligero desde el punto de vista de la preparación física. Se emitirá en directo desde el canal de YouTube del ET. Podrás conectarte pinchando en este enlace.